Ocho de la mañana levantado. Parece que llueve y hace frío pero habrá que levantarse, hoy va a ser un gran día. Desayuno fuerte, por la ventana el día te pide que te quedes en casa pero eso no es para tí. Nervios. Esperas a hacer la digestión. Te vistes de corredor y repasas en tu cabeza que todo esté en su sitio. Sales a por el coche y no hay ni un alma, es domingo y todo el mundo ha salido por la noche mientras dormías. Arrancas y conduces durante una hora con tus cuatro indicaciones en la mano sacadas de google maps. Llegas al lugar y notas algo en la tripa al oir la speaker. Calientas y te colocas en tu sitio en silencio, no conoces a nadie porque esto es Inglaterra. A los lados cuatro familiares de corredores con sus paraguas que comprenden lo que esto significa para nosotros. Ni siquiera a venido nadie a verte a tí pero tampoco te importa, sabes a lo que has venido. Lo sabes muy bien.
Pistoletazo de salida y pensamientos de siempre. Sufrimiento, ¿qué hago aquí?. Esta lloviendo, no puedo más. Con lo bien que estaría ahora en casa, no vuelvo. Algún que otro ánimo ánonimo que con el sufrimiento a penas vale de nada. 1 kilómetro, 2, 3, 4,...., 6 y quieres acabar ya. Gente que te pasa mientras bajas el ritmo. Llegas al kilómetro nueve sin aliento y te dejas el alma entre el silencio de un pequeño pueblo británico sin mirar el reloj. Sin fuerzas para calcular el tiempo que vas a hacer, tu cabeza no te deja, está a otra cosa.
Cruzas la línea de meta y nadie allí presente sabe lo importante que para tí es el medio segundo posterior en el que miras tu muñeca cual gladiador a emperador romano. El reloj marca 37:59. Lo hemos conseguido.
Esta historia es irreal pero todo entrenamiento, horas en solitario, salidas en bici que duran siglos en los que no hablo con nadie, fiestas a las que no voy, comidas que no como, madrugones, desplazamientos a piscinas lejanas, viajes con el coche en el ferry y todas esas veces que te miran como a un loco habrán merecido la pena en ese instante en el que en un pueblo con cuatro monos un día de invierno baje de 38 minutos. Porque al fin y al cabo, soy simple. Quizá el mero hecho de correr rápido ya me valga. De momento, no cambio de idea.
3 comentarios:
Chapeau natxo!!! esta dando sus frutos los entrenos.
Animo txabal y dale duro surmano
tu k es una historia ficticia, jaja, esta contada como tal o no?
Bien pequeño padawan. así si. estas consiguiendo un gran blog. muchísimo mejor que cualquiera de gente de tu edad. el deporte es sueño (no de madrugar si no ilusiones). y eso nos hace sentirmos vivos, el dia que no sueñes lo dejarás... aunque corras a 32. hay gente que ya lo ha dejado y no lo sabe... y hay gente que ha corrido a 37 y tampoco lo sabeS.
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