La natación. No es un deporte más.

Mientras me tomo un café y paro con el trabajo que tengo entre manos, he decidido volver al blog para comentar alguna cosilla. Una de las razones principales por las que comencé a escribir es desahogarme exponiendo sobre el papel aquello que pienso y esperar quizás que alguien lo confirme o lo rechace mediante algún comentario. Cosas que no se me van de la cabeza,  valoraciones sobre mis resultados, opiniones que escuchas a lo largo del días o mis propias opiniones. Antes me guardaba aquello que opinaba o todo lo que me preocupaba y esto es una buena forma de sacarlo. Además me ayuda a replantearme las cosas mientras escribo y me hace tener una opinión sólida y poder valorar las cosas un poco desde algo más de distancia que tu propia mente.

Trás esta pequeña introducción diré que me acabo de dar cuenta de que la pasada entrada es una de esas. lo mismo sucede con esta que tenéis aquí. No es nada trascendental tampoco pero me apetecía escribir sobre ello: la natación.

Hace tiempo ya que descubrí que soy bastante obsesivo, y no es broma. Si pongo el ojo en un sitio, seguido pongo todo mi empeño para que la bala golpee en el mismo lugar. Bien, pues desde que nado con los turbopeces tengo el ojo puesto en la natación. Este deporte ocupa mucho tiempo de mis pensamientos diarios. 

Mi relación con esta disciplina del triatlón viene de más atrás. Creo que mi aita me enseñó a nadar bastante temprano (no estoy seguro) durante el verano y además fuí a algunos cursillos cuando era bastante pequeño. Parece ser que por eso se me daba bien cuando comenzamos las clases de natación incluidas en el horario escolar de primaria. Con unos 9 o 10 años hicieron una selección entre las clases para formar el equipo de natación y allí estaba yo. Lo recuerdo con mucha ilusión, hasta ese momento nunca había sido ni rápido corriendo ni bueno al fútbol (era lo que te daba un status de deportista a esas edades) por lo que aquella selección me llenó de alegría. Recuerdo ir con una carta a casa que decía que estaba "selecionado" para poder ir a nadar con el equipo por las tardes. Incluso recuerdo a mi padre diciéndome: ¿contento no? después de leerla, me dió la sensación de que a él también le hacía ilusión (a ver si confirmas por aquí aita, jaja, creo que siempre te he oido hablar muy bien de la natación). Lo demás vino seguido, entrenar por las tardes e ir a competiciones donde no he estado más nervioso en mi vida. No me gustaba mucho ir a entrenar y además tampoco era bueno dentro del equipo aunque sí entre el resto. Dos años después me cogieron en el equipo de fútbol y dejé de nadar aunque siempre mantienes algo y te acuerdas de como se hace. Todos mis hermanos, Mikel, Lourdes e Isa siguieron este proceso y nadaron en el equipo y a todos se les daba bien, especialmente a Lourdes que es una máquina por cierto.

A la hora de empezar con el tri, lamenté no haber seguido nadando pero tampoco cambio por nada los buenos momentos vividos con el equipo de fútbol (el deporte de equipo te da muchas cosas). Quizás por esa relación en casa con la natación, o esos recuerdos de pequeño, o porqué mi padre siempre me ha dicho que es muy completo, o por no se qué, para mí es un deporte especial. El hecho de haber vuelto a nadar con un entrenador ahora con los turbopeces me está abriendo una especie de camino que se me había cerrado y cuyo final no es otro que nadar como un pez. Mirar el reloj de colorines, utilizar la tabla para dar pies, nadar a mariposa o cualquier otro estilo y dar la voltereta para cambiar de dirección son cosas que vuelven a mí y me despiertan ese ansia de hacerlo bien. No hay vuelta atrás, quiero nadar bien y lo conseguiré, tarde o temprano.

Os dejo un video con algunos consejos creo que muy efectivos.

Espero que os guste el blog ya que le pongo su empeño. Si tenéis algún consejo o crítica constructiva sobre lo que escribo me gustaría oirla.

Un saludo y hasta mañana que me voy con los turbopeces!